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(ca) Italy, Sicilia Libertaria #462 - LAS RESERVAS SICILIANAS EN LLAMAS (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]
Date
Wed, 22 Oct 2025 08:39:48 +0300
La señal es inequívoca. El ataque dirigido y cuidadosamente planificado
este verano contra las principales y más sensibles áreas protegidas de
Sicilia tiene un significado político que va mucho más allá del simple
dato criminal. No se incendian impunemente la reserva de Zíngaro, la de
Capodarso, el monte Cofano, los alcornocales de Santo Pietro y de
Niscemi, los oasis de Torre Salsa y de Vendicari, la Cava Grande del
Cassibile y porciones consistentes del Parque del Etna sin querer
ofender y menoscabar, además del patrimonio natural inestimable que
conservan, aquello que representan: el fruto de años de movilizaciones
desde abajo para arrancarlas a la especulación y a la renta privada, al
inmovilismo público, a la degradación interesada, para protegerlas,
ponerlas en valor y entregarlas -como bien común y gratuito- a la
colectividad.
Lo Zíngaro, en particular, es el emblema de una lucha dura y
participada, culminada en la gran marcha popular del 18 de mayo de 1980
que, interrumpiendo la construcción de la carretera costera y las
especulaciones inmobiliarias vinculadas a ella, obligó a la Región
Siciliana a instituir con ella la primera reserva natural siciliana.
Precisamente el 18 de mayo de este año se celebraron los 45 años de
aquel acontecimiento, con una marcha conmemorativa y varias otras
manifestaciones, incluido el traslado a la reserva de las cenizas de
Franco Russo, pionero del ambientalismo siciliano, fallecido pocos días
antes. «Ceniza sobre ceniza», se diría hoy, cuando de la vegetación
(pero también de los animales) presentes en la reserva prácticamente no
ha quedado nada: los pasados 25 y 26 de julio se le prendió fuego desde
una decena de puntos de ignición, a horas vespertinas y con un fuerte
viento de siroco, destruyendo por completo 1300 de las 1600 hectáreas
que, según los expertos, difícilmente podrán ser recolonizadas por la
biodiversidad, los endemismos y las especies raras que las caracterizaban.
Hay quienes imputan la responsabilidad de los incendios a grupos
criminales y de negocios presentes en el territorio y que desde hace
décadas se han repartido, sin estorbo, las áreas limítrofes a la
reserva, implantando cientos de chalets ilegales, mega complejos
turísticos y canteras de mármol devastadoras. A decir verdad, si la del
18 de mayo de 1980 fue sin duda la victoria de un movimiento nacido
desde abajo para la defensa del medio natural siciliano, pronto quedó
ensombrecida por el pacto infame con personajes equívocos cerrado por
las administraciones locales para la explotación de los territorios
circundantes. Estos no tendrían especial interés en atraer la atención
sobre sus tráficos a menos que... los políticos de referencia no les
garantizaran algún rédito: mediante, por ejemplo, la reducción de la
extensión y del número de reservas existentes, su re-delimitación
-legalizando edificaciones ilegales-, la liberalización de los accesos
(especialmente para cazadores) y de las licencias turísticas, la
privatización de los suelos residuales de verde. Todas cosas que están
en los programas de nuestra derecha.
El fiscal de Trapani, que por imperativo ha abierto una investigación
que terminará en nada como otras en el pasado (no hay que sorprenderse:
en materia de incendios, esta es la regla en todas partes), ni siquiera
intenta imaginar que detrás de los incendios puedan estar especuladores
y mafiosos; en cambio, hipotetiza que sean responsables unos improbables
inexpertos que han contravenido las prescripciones del prefecto y las
ordenanzas de los alcaldes, los cuales a su vez habrían sido incapaces
de hacer respetar las prohibiciones; mientras que a favorecer la
propagación de las llamas habría sido la desidia del ente gestor de la
reserva -la Forestal-, acusada explícitamente de negligencia y de falta
de mantenimiento.
En el otro extremo de la Isla, también el alcornocal de Niscemi, por
cuya salvaguarda tanto se ha empeñado el movimiento «No Muos», ha
quedado estos días reducido a un paisaje espectral de esqueletos
humeantes. El ridículo toca aquí sus cotas más altas porque quienes se
hacían garantes de la seguridad del alcornocal eran los mismos militares
estadounidenses que lo han invadido y en parte comprometido con sus
antenas de muerte. Se trataba, como se reitera en el comunicado de
convocatoria de la manifestación celebrada el 2 de agosto en contrada
Ulmo, «de una de las áreas naturalísticas más vigiladas y controladas»
de Italia. Y, sin embargo, ardió. Probablemente, tras esta aparente
paradoja, se esconde una voluntad precisa: la de deshacerse de una vez
por todas del alcornocal, una presencia molesta que objetivamente ha
obstaculizado y aún obstaculiza las «manos libres» que los
estadounidenses querrían tener en ese territorio y que fuerzas políticas
y sociales, nacionales y locales, desde hace tiempo pretenderían
concederles.
«El incendio del alcornocal se desarrolló el 24 de julio, en plena
temporada» -recuerda el comunicado del «No Muos»- «no en abril o mayo,
cuando todavía no se habían tomado las debidas medidas de precaución.
¿Cuáles son las intervenciones de cuidado y defensa del territorio y de
los bosques llevadas a cabo por la Forestal y por el Ayuntamiento? ¿Por
qué no han funcionado? ¿Quién está callando la verdad?»
En Niscemi como en lo Zíngaro, el principal chivo expiatorio siguen
siendo los trabajadores forestales. Poco importa si estos últimos deben
a los politiquillos regionales su número exiguo, sus ineficiencias, la
burocratización, el haberlos dejado sin medios aéreos de contraste
(¡solo dos Canadeir disponibles en toda la Isla!), el hallarse
extrañamente distraídos en el momento en que estallaron los incendios (a
pesar de que ya había habido fuegos «de aviso» en años anteriores) o
reducidos a exigir un odioso peaje en la entrada para permitirles -como
reza un folleto turístico- «desarrollar adecuadamente el trabajo de
tutela de la reserva y de prevención además de la extinción de
incendios» (¡sic!)
La acusación a los forestales sirve para cubrir la verdadera matriz
-política- de los incendios de este verano en las reservas sicilianas.
Es evidente que son obra de personajes y grupos que odian profundamente
las políticas ambientalistas, que en las reservas (indias, cabría decir)
han encontrado en estos años su último refugio, o bien de exponentes de
la criminalidad más o menos organizada inspirados y quizá empujados a
interpretar brutalmente, a su manera, el mensaje «negacionista» del
cambio climático difundido por la derecha en el poder en Sicilia y en el
resto de Italia.
«Amigos» de la derecha meloniana, esta gentuza vil se ejercita
impunemente en violentar y reducir a cenizas los santuarios de la
naturaleza siciliana. Hay que combatirla políticamente y sin medias
tintas, no delegando la lucha a organismos coludidos o adrede
despotenciados, sino organizando grupos de intervención autónomos e
independientes del Estado, que retomen la iniciativa ecologista en los
territorios con un programa lo más radical posible: multiplicar los
bienes comunes a proteger, también en las ciudades; restituir el estado
de los lugares desfigurados por el abuso edilicio y el abandono; ampliar
y exportar al exterior el régimen de tutela que rige (debería regir) en
las reservas; instituir otras nuevas (en lo Zíngaro, por ejemplo, el
área marina que se proyectaba restablecer en vísperas del incendio);
denunciar abiertamente los chanchullos que se esconden tras el
«negacionismo» de los gobiernos de derechas.
Natale Musarra
https://www.sicilialibertaria.it/
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