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(ca) Australia, Ancomfed: Piquete - ¿Crisis de vivienda o crisis del capital? (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]
Date
Wed, 22 Oct 2025 08:39:36 +0300
La idea de que el sistema de vivienda australiano está roto parece
obvia. Políticos de ambos partidos principales llevan años prometiendo
soluciones, pero la situación solo parece empeorar. ---- Quizás sea hora
de dejar de pensar en la vivienda como algo que no funciona para todos y
empezar a pensar en a quién beneficia. ---- ¿Y si la crisis de vivienda
no es una crisis? ---- El lenguaje moldea la comprensión. Llamar a esto
"crisis de vivienda" implica una interrupción temporal, como si el
funcionamiento normal del capitalismo proporcionara suficientes
viviendas con solo ajustar algunos aspectos. ¿Quizás alguien simplemente
olvidó construir suficientes casas? Llevamos décadas escuchando excusas.
Australia es especialmente agresiva al convertir la vivienda en una
máquina de acumulación de riqueza. La vivienda se trata no como una
necesidad básica, sino como un producto básico, las viviendas como
vehículos de inversión, los alquileres como flujos de ingresos garantizados.
La vivienda pública está en problemas. Cada parte del sistema está
diseñada para proteger y expandir la riqueza de quienes ya poseen
propiedades. Nos dicen que el aumento de los precios de la vivienda es
una ganancia para todos. La especulación inmobiliaria es un plan de
jubilación.
La crisis inmobiliaria no es accidental. Es un sistema que funciona para
enriquecer a una clase a costa de otra. La explotación mediante
alquileres, hipotecas y capital especulativo logra precisamente eso.
Si cambiamos el lenguaje de una crisis inmobiliaria a una crisis de
inquilinos, se vislumbra un panorama diferente. Queda claro que las
personas más afectadas no están experimentando un desafortunado efecto
secundario de una mala política económica, sino el resultado directo y
predecible de un sistema que trata la vivienda como una mercancía en
lugar de una necesidad.
Esto también ayuda a explicar por qué tantas "soluciones" propuestas se
quedan cortas. Los subsidios públicos van directamente a los
propietarios y promotores. La "construcción para alquilar" simplemente
intensifica el arrendatismo con la imagen corporativa. La "vivienda
asequible" es una estafa.
Mientras tanto, se nos dice que esperemos pacientemente, que compitamos
más, que dejemos de tomar café o que simplemente dejemos de ser
valiosos. O, en su defecto, que heredemos una casa.
Conflicto de clases
Los propietarios quieren el alquiler. Los inquilinos quieren viviendas.
Estos no son intereses conciliables.
Cuando el inversor promedio posee varias propiedades y el inquilino
promedio lucha por conseguir una, estamos ante una lucha de clases. Solo
se siente como una crisis si se está en el lado perdedor.
La lucha de clases consiste en reconfigurar el panorama social. Este
panorama no suele ser claro, está lleno de contradicciones que moldean
cómo actúan las personas y cómo se ven entre sí. Algunos trabajadores
poseen propiedades de inversión. Otros dependen del aumento de los
precios de la vivienda para su jubilación. Los fondos de pensiones
sindicales invierten dinero en los mismos mercados inmobiliarios,
expulsando a sus miembros.
Esto significa que algunos trabajadores obtienen rentas; otros se ven
aplastados por ellas. Ignorar esto no lo hace desaparecer, simplemente
nos desprevenimos.
Afrontarlo significa tener una visión clara de cómo funciona la vivienda
bajo el capitalismo y organizarnos en consecuencia. Porque, en última
instancia, la vivienda es una lucha, y en toda lucha hay bandos. Tenemos
que elegir: ¿nos vemos como fuentes de renta o como compañeros de
trabajo con luchas compartidas?
La precariedad es el punto clave.
Los hogares son donde la clase trabajadora se disciplina y se reproduce.
Es donde descansamos después del trabajo, criamos a nuestros hijos, nos
recuperamos de enfermedades y cuidamos de los demás. El capitalismo no
solo depende de tu trabajo. Depende de tu capacidad continua para estar
presente y hacerlo. Eso significa que el hogar es un espacio político.
El lugar donde vivimos no está separado de "la economía".
La amenaza de desalojo, el peso de las deudas, la inestabilidad de las
condiciones de visado y la ansiedad por la vivienda precaria determinan
lo que las personas están dispuestas a arriesgar. Limitan la capacidad
de alzar la voz o de dejar un mal trabajo o una mala relación. La
vivienda es parte de cómo el capitalismo mantiene el orden.
Lucha, no arregles.
Si alguna vez te has culpado por tener dificultades para encontrar un
hogar, tú no eres el problema. Si sientes que todo se te escapa de las
manos, es porque el sistema está diseñado para que te sientas así. Los
burócratas encubren las políticas de vivienda con un lenguaje técnico y
educado. Esa cortesía oculta quién gana y quién pierde. Confían en que
tratemos la vivienda como un mercado que debe regularse, en lugar de un
campo de batalla político.
Los aumentos de alquiler no son de buena educación. Los desalojos no son
de buena educación. Entonces, ¿por qué se espera que los inquilinos lo sean?
No pregunten: "¿Cómo arreglamos el mercado inmobiliario?".
Pregunten: "¿Por qué alguien debería tener derecho a lucrarse con la
necesidad de vivienda de otra persona?".
Luego pregunten: "¿Cómo construimos el poder para quitárselo de inmediato?".
El mercado no puede responder a eso. No lo solucionaremos votando más
duro ni publicando mejores informes. Las buenas intenciones no
redistribuyen el poder, el poder sí. Actualmente, los propietarios
tienen más poder que nosotros.
Ya estamos en conflicto con el capital. Cada pago de alquiler, cada
aviso de desalojo, cada ataque de pánico sobre dónde vivirás el mes que
viene forma parte de ese conflicto. Si queremos cambiar esto, tendremos
que contraatacar.
https://ancomfed.org/2025/09/housing-crisis-or-crisis-of-capital/
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