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(ca) New-Zeland, AWSM: La Solución Sin Estado (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]

Date Tue, 21 Oct 2025 07:44:52 +0300


Durante décadas, el mundo ha estado fascinado por las propuestas de solución al conflicto israelí-palestino, que abarcan desde la solución de dos Estados hasta la de un solo Estado. Estas ideas, aunque prometedoras en apariencia, fracasan fundamentalmente porque se aferran a la idea de que las estructuras estatales, ya sean israelíes o palestinas, pueden traer la liberación. El anarquismo ofrece una crítica crucial a esta dependencia de los Estados y las fronteras, imaginando un mundo donde las personas, y no las instituciones, dicten su destino. En este contexto, la Solución Sin Estado surge como el único camino hacia la verdadera justicia y la libertad.

Las conversaciones dominantes a menudo giran en torno a la solución de dos Estados, que, a pesar de su intensa promoción internacional, sigue presentando graves deficiencias. Incluso si se implementara, perpetuaría los marcos coloniales y capitalistas que crearon el problema. La creación de dos Estados separados afianza el nacionalismo y las jerarquías de poder, en lugar de desmantelarlos. De manera similar, la solución de un solo Estado, que imagina un Estado unificado donde palestinos e israelíes coexisten con igualdad de derechos, aún opera en el marco de un sistema capitalista y jerárquico. Los anarquistas reconocen que la verdadera libertad no puede encontrarse dentro de los límites de ninguna estructura estatal.

La Solución Sin Estado no es una fantasía abstracta. Se basa en precedentes históricos y en la experiencia vivida de los propios palestinos. A pesar de décadas de colonización y desplazamiento, los palestinos han mantenido comunidades resilientes mediante sistemas de ayuda mutua y solidaridad. En los campos de refugiados de Líbano, Jordania y Siria, surgieron sistemas informales de gobierno sin la presencia de un Estado. Los derechos de propiedad, las tradiciones sociales e incluso los movimientos revolucionarios se organizaron de forma autónoma.

Estos campos, a menudo abandonados o sometidos a control externo, se han convertido en centros de organización autónoma donde los palestinos gestionan sus propios asuntos. A pesar de la falta de reconocimiento oficial o control estatal, los refugiados palestinos han creado comunidades funcionales basadas en la ayuda mutua, la solidaridad y las prácticas tradicionales, lo que demuestra el potencial de los principios anarquistas para prosperar en las condiciones más adversas.

En el Líbano, por ejemplo, los campamentos de Chatila y Ein el-Hilweh han desarrollado sus propias estructuras de gobernanza interna. Estos campamentos operan con consejos locales que gestionan todo, desde la resolución de disputas hasta el mantenimiento de la infraestructura. Los derechos de propiedad, aunque no oficiales, se respetan dentro de la comunidad mediante acuerdos verbales y reconocimiento mutuo. Ninguna autoridad central dicta quién posee qué; en cambio, la distribución de tierras y viviendas se basa en negociaciones informales basadas en la confianza y la toma de decisiones comunitaria. Esta descentralización del poder es un enfoque inherentemente anarquista de la gobernanza, donde la comunidad gestiona colectivamente sus propias necesidades sin la interferencia del Estado.
De igual manera, en el campamento de Baqa'a, en Jordania, que alberga a decenas de miles de refugiados palestinos, las estructuras sociales tradicionales se han reutilizado para abordar los desafíos contemporáneos. Las familias y las redes de parentesco extendidas desempeñan un papel importante en el mantenimiento del orden y el apoyo a los necesitados. Esta dependencia de las tradiciones sociales, como la crianza colectiva de los hijos y el intercambio comunitario de recursos, refleja los principios de ayuda mutua y cooperación. Estos sistemas informales garantizan que, a pesar de la negligencia del Estado, se satisfagan las necesidades básicas y se mantenga la cohesión social. En Siria, el campo de refugiados de Yarmuk fue considerado en su día una "capital" para los refugiados palestinos, donde los movimientos revolucionarios se arraigaron junto con la vida comunitaria cotidiana. Antes de su destrucción durante la guerra civil siria, Yarmuk era una comunidad próspera donde movimientos políticos como el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) organizaron la resistencia contra la ocupación israelí y las fuerzas estatales opresoras de la región. Este espíritu revolucionario coexistió con una sólida tradición de autoayuda y apoyo mutuo. Incluso sin reconocimiento político formal, los residentes de Yarmuk gestionaron la atención médica, la educación y el bienestar social mediante iniciativas de base, a menudo desafiando abiertamente tanto el control del Estado sirio como las presiones políticas externas.

Estos ejemplos de autoorganización en los campos palestinos muestran el potencial anarquista que existe en la sociedad palestina. En ausencia de un Estado funcional, los palestinos han demostrado que pueden organizarse eficazmente, construir estructuras sociales y fomentar la solidaridad. Esta autosuficiencia, nacida de la necesidad, encarna los ideales anarquistas de rechazar la autoridad vertical y construir poder desde la base. Demuestra que las comunidades pueden prosperar mediante la ayuda mutua, la cooperación y el rechazo al control jerárquico.

La Solución Sin Estado se basa en estas experiencias vividas, demostrando que el pueblo palestino ya ha sentado las bases para un futuro sin dominación estatal. Al ampliar estos ejemplos de gobernanza autónoma y ayuda mutua, los palestinos podrían forjar un camino hacia la liberación que trascienda los modelos tradicionales de control estatales. Estos campos de refugiados ofrecen un modelo vivo de cómo puede funcionar una sociedad sin Estado, incluso frente a una enorme presión externa. El reto ahora es expandir estos principios más allá de los campos e integrarlos en la lucha más amplia por la liberación palestina, rechazando tanto el colonialismo israelí como las tendencias autoritarias del gobierno nacionalista.

Estos ejemplos de autoorganización resaltan el potencial anarquista que ya existe en la sociedad palestina. La idea de una Solución Sin Estado no consiste en rechazar la organización, sino en rechazar el autoritarismo. Se trata de avanzar hacia un futuro donde las comunidades se autogobiernen, libres de la opresión del poder estatal.

En el centro de esta solución se encuentra el rechazo del nacionalismo como fuerza liberadora. Si bien la resistencia palestina históricamente ha adoptado el nacionalismo como respuesta a la ocupación israelí, los anarquistas comprenden que el nacionalismo divide inherentemente a las personas. Refuerza las fronteras, la exclusión y la jerarquía, las mismas estructuras que el anarquismo busca desmantelar. En cambio, deberíamos centrarnos en descolonizar las relaciones sociales, eliminando no solo las fronteras físicas, sino también las mentales que dividen a palestinos e israelíes. El futuro debe construirse sobre la solidaridad, donde las personas se vean no como enemigos definidos por la identidad nacional, sino como seres humanos en una lucha compartida por la libertad.

En la práctica, la Solución Sin Estado ofrece la oportunidad de una verdadera autonomía. Es una visión donde las comunidades gestionan sus propios recursos, resuelven conflictos mediante el diálogo en lugar de la fuerza militar, y viven sin la dominación de una clase dominante. La solución al conflicto israelí-palestino, por lo tanto, no reside en crear otro Estado, sino en eliminar las estructuras que lo requieren. Esto significa desmantelar el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo, no solo en Palestina, sino a nivel mundial.
Los anarquistas de todo el mundo tienen un papel que desempeñar en esta lucha. La solidaridad con la causa palestina no puede limitarse a los reclamos por la creación de un Estado, sino que debe apoyar la lucha más amplia contra todas las formas de dominación. El Boicot, la Desinversión y las Sanciones (BDS) son herramientas valiosas para presionar al régimen de apartheid israelí, pero deben complementarse con la acción directa y la solidaridad internacional. Los anarquistas deben amplificar las voces dentro de Palestina que desafían tanto el colonialismo israelí como los aspectos opresivos del gobierno palestino bajo la Autoridad Palestina. No basta con oponerse a la ocupación israelí; debemos oponernos a las estructuras de poder que la mantienen.

Podemos ver un poderoso paralelo con la Solución Sin Estado en el ejemplo revolucionario de los zapatistas en Chiapas, México. Durante décadas, los zapatistas han creado zonas autónomas gobernadas por los principios de la democracia directa, rechazando tanto al Estado mexicano como a las fuerzas capitalistas. Su movimiento, nacido de la resistencia de los pueblos indígenas a la violencia estatal, ha construido una sociedad funcional basada en estructuras horizontales, apoyo mutuo y toma de decisiones comunitaria. Los zapatistas son un ejemplo vivo de cómo las comunidades pueden autogobernarse sin depender de un Estado y prosperar mediante redes de cooperación basadas en la autonomía. Al igual que los zapatistas, los palestinos pueden resistir tanto el colonialismo como el autoritarismo que a menudo surge dentro de sus propias filas, construyendo sistemas de ayuda mutua y autodeterminación que no dependen del aparato violento del Estado.

La lucha de los zapatistas nos recuerda que la autonomía y la apatridia no son conceptos abstractos, sino realidades alcanzables. Su éxito ha demostrado que cuando las comunidades se unen para resistir tanto la opresión externa como las jerarquías internas, pueden crear nuevos mundos fuera del control estatal. El énfasis de los zapatistas en la descentralización y el rechazo a la gobernanza vertical refleja el potencial de los palestinos para organizarse al margen del paradigma estatal, forjando un futuro basado en la autogestión, la solidaridad comunitaria y la verdadera liberación.

El modelo de una solución sin Estado también se puede ver en experimentos revolucionarios como Rojava en el norte de Siria. La federación descentralizada y multiétnica de Rojava ofrece una visión de cómo podría ser en la práctica una sociedad sin Estado, donde las comunidades se gobiernen a sí mismas basándose en los principios de democracia directa, igualdad de género y sostenibilidad ecológica. Así como el pueblo de Rojava ha rechazado el Estado-nación, también palestinos e israelíes deben rechazar la falsa promesa de la estatalidad como camino hacia la liberación.

No se trata solo de derribar fronteras o derrocar gobiernos. Se trata de construir un mundo donde el poder fluya horizontalmente, no verticalmente. Donde las decisiones se tomen colectivamente, los recursos se compartan equitativamente y ningún grupo domine a otro. Para los palestinos, esto significa rechazar la idea de que su liberación pueda lograrse mediante la creación de un nuevo Estado y, en cambio, abrazar un futuro de auténtica autonomía, libre del yugo del colonialismo israelí y del autoritarismo de cualquier clase dominante palestina.

Los anarquistas, en Palestina, Israel y en todo el mundo, debemos mantenernos firmes en nuestro rechazo al Estado como fuerza liberadora. Debemos abogar por un mundo sin fronteras, sin naciones y sin opresión. La Solución Sin Estado no es una utopía, sino un paso necesario hacia la libertad real, una libertad que solo se puede lograr cuando desmantelemos las estructuras de poder que nos mantienen divididos y oprimidos.

Republicado de: https://awsm4u.noblogs.org/post/2024/10/20/palestine-the-no-state-solution/

https://awsm.nz/palestine-the-no-state-solution/
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